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SUMAK KAWSAY

El Buen Vivir, más que una originalidad de la Carta Constitucional, forma parte de una larga búsqueda de modelos de vida que han impulsado particularmente los actores sociales de América Latina durante las últimas décadas, como parte de sus reivindicaciones frente al modelo económico neoliberal. En el caso ecuatoriano, dichas reivindicaciones fueron reconocidas e incorporadas en la Constitución, convirtiéndose entonces en los principios y orientaciones del nuevo pacto social.

No obstante, el Buen Vivir es una apuesta de cambio que se construye continuamente desde esas reivindicaciones por reforzar la necesidad de una visión más amplia, la cual supere los estrechos márgenes cuantitativos del economicismo, que permita la aplicación de un nuevo modelo económico cuyo fin no se concentre en los procesos de acumulación material, mecanicista e interminable de bienes, sino que promueva un modelo económico incluyente; es decir, que incorpore a los procesos de acumulación y re-distribución, a los actores que históricamente han sido excluidos de las lógicas del mercado capitalista, así como a aquellas formas de producción y reproducción que se fundamentan en principios diferentes a dicha lógica de mercado.

Asimismo, el Buen Vivir, se construye desde las posiciones que reivindican la revisión y reinterpretación de la relación entre la naturaleza y los seres humanos, es decir, desde el tránsito del actual antropocentrismo al biopluralismo (Guimaraes en Acosta, 2009), en tanto la actividad humana realiza un uso de los recursos naturales adaptado a la generación (regeneración) natural de los mismos.

Finalmente, el Buen Vivir se construye también desde las reivindicaciones por la igualdad, y la justicia social (productiva y distributiva), y desde el reconocimiento y la valoración de los pueblos y de sus culturas, saberes y modos de vida.

La Constitución ecuatoriana hace hincapié en el goce de los derechos como condición del Buen Vivir y en el ejercicio de las responsabilidades en el marco de la interculturalidad y de la convivencia armónica con la naturaleza (Constitución de la República del Ecuador, Art. 275).

La noción de “Sumak Kawsay” (o Suma Qamaña, en aymara), forma parte del discurso 
político de los movimientos indígenas del continente, en especial del movimiento 
indígena de Ecuador y de Bolivia, y, en tal virtud, forma parte de su proyecto político e 
histórico. Esta noción que ha sido traducida como “Buen Vivir”, pero cuya acepción 
más pertinente sería “Vida en plenitud”, ha sido retomada y recreada desde la 
confirmación de las vivencias ancestrales de los pueblos indígenas y de su forma de 
construir tanto su socialidad como su relación con la naturaleza. En la recuperación de 
sus formas ancestrales de convivencia, los pueblos indígenas han encontrado, de una 
parte, las formas políticas de resistencia al capitalismo y a la modernidad y, de otra, 
las alternativas a ese mismo sistema capitalista. 

 

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